Impresiones de Córdoba

El balance de Córdoba es muy satisfactorio. Para mí es otra de las ciudades mágicas de latinoamérica, de esas que me invitan, y cuando acudo a su llamado me atrapan. Aunque para ser más precisa, debería nombrarla "ciudad bruja", pese a que no chulié todos los objetivos -locos y algo difusos- que me había trazado: no conocí ecoaldeas, ni estudiosos del tarot o del i ching, videntes ni brujos. Sin embargo, tuve todo el tiempo conversaciones sobre caminos alternativos, atravesados, alejados del sistema de creencias imperante en la sociedad. Tuve encuentros hermosos. El primero de ellos, con la Flore, que me ofreció su sonrisa permanente y su casa. Estando con ella nos encontramos "casualmente" a Eugenia, la segunda persona con la que interactué, y a quien luego me encontré nuevamente en una clase de biodanza. Una clase de biodanza a la que llegué por otro encuentro maravilloso, por un violinista con quien terminé haciendo música en una de las 5 peatonales de la ciudad. Así que, por cuenta de dos o tres personas, tuve mi primera experiencia de música callejera en compañía, y mi primer y anhelado acercamiento a la biodanza, de la cual ya tenía una picadura de curiosidad porque venía persiguiéndome desde hace algún tiempo.

 Con Matías, estudioso del violín, chileno, tocamos con partitura un rato y después tuvimos un momento muy "zarpado" de improvisación en klezmer. Un acontecimiento importante porque, como sabrán quienes me conocen un poco, es una de las músicas que yo siempre he querido hacer. Cuando terminamos, él me contó que debía marcharse a su clase de biodanza, a la cual me podría incluso invitar pues su padre era el profesor. Obviamente acepté, y cuando llegamos al lugar, resultó que la clase era propiciada entre dos, y Eugenia también estaba allí con toda su gran alegría y tranquilidad. Luego de los saludos y presentaciones, comenzó un ritual hermoso de amor. Y mi racha de suerte también se filtró en la clase, porque justo exploramos la postura arquetípica de la garza, relacionada con el aire y la creatividad, la inspiración en su doble acepción. El aire, que junto con el agua es uno de los elementos más fluidos de la naturaleza, que invita a llenar espacios con liviandad, llena todo el pecho que fue justo la zona corporal trabajada. Nuevamente experimenté la emoción solemne activada por un juego de las manos. Lo logro poniendo la mano izquierda en la zona del pecho, sintiendo el corazón, para proyectar eso que se siente a la mano derecha, que yo siempre ubico hacia una fuente de luz, para descubrir la porosidad luminosa de su superficie. Comienzo lento, veo el perfil de la mano, los dedos se mueven y es tan conmovedor, porque es un germen lo que nace entre esa carne, algo que no se ve, que es inmaterial pero adquiere la sensación de una semilla. Será luego una marioneta, o una masa fáustica, un algo que se moldea después con ambas manos y por lo cual se siente un cariño maternal.

La clase fue pertinente además porque una mujer del grupo emprendía nuevos rumbos (volaba y era justo ese el movimiento de la garza, una vibración que iniciaba en el pecho y se extendía hacia las manos-alas.). Me vi en ella reflejada. Lo asocié especialmente con un momento que tuve en mi última clase de escritura, la profe sacó a colación una técnica de la biodanza. Pues bien, esta mujer que se iba con dolor, así como a mí cuando me iba de Rosario, nos rodeaban en círculo y nos brindaban caricias de lluvia, que bajaban por todo el cuerpo como movilizando la energía. Ella lloraba, y yo, mientras participaba en la transmisión de buena energía y de amor, me veía en sus expresiones, en sus lágrimas, en cada movimiento. Entendí que mi despedida ya estaba consumada, que ese saludar y despedir que experimentaría durante todo el viaje no iba a ser sino un agitar de manos antes de partir en un bus interurbano. La verdadera ruptura ya había quedado saldada dos veces: una en Colombia; otra en Rosario.

De la clase salí muy agradecida por todo lo recibido, y porque se me permitiera entrar en la intimidad de un grupo unido por lazos profundos.Y con Córdoba, terminé también muy agradecida.

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