Zürich (Suiza)

 En Zurich (Suiza) estuvimos del 12 de septiembre al 23 de octubre. 

Una ciudad más especial de lo que imaginé. La primera impresión al llegar es que estábamos dentro de La naranja mecánica. Eso dijimos cuando miramos por primera vez desde la ventana de nuestro apartamento. No se veía un alma en la calle, el silencio era sepulcral, el ambiente frío y la vista quedaba obstaculizada por moles grises y geométricas. Al interior, un hogar impecable, completamente blanco salvo mínimos detalles. Cada cuchara acomodada de forma perfecta. 

Dos días después, ya me llegaban las noticias de que para llegar hasta el circo se cruzaba por una gran huerta, y de inmediato me animé a conocerla. La sorpresa fue muy bonita:


Tomates enormes colgaban dentro de invernaderos más bien artesanales. Ante la vista, una huerta comunitaria muy bella e interesante.



También una edificación grande de palo, donde hay taller, mesas, cocina y horno de leña para pizza, con variadas comodidades. Frecuentemente se hacen fiestas y reuniones allí, momento en que se prenden las fogatas (hay varias zonas para ello) y se respira un ambiente muy hogareño con personas de todas las edades. 

Una huerta muy bella en donde encontramos muchas ideas para los trasegares huerteros…

Zonas de leña por doquier

Escaparates artesanales para ubicar material

Cajones elegantes para la herramienta

Las calabazas delimitadas

Formas de compostaje nuevas para mi

Y por cierto, algo importante por resaltar es el sistema de recolección de residuos de Zürich. Debes comprar la Züribolsa que es muy costosa, y si no sacas la basura en ella, te pueden multar. Una idea que vemos allí es que paga más quién produce más residuos. Y el orgánico va en otra caneca. Por su parte, el reciclaje de papel solo te lo recogen si está atado con cordelito y sacado de esta forma a la calle: 

Y hasta existe una disposición adecuada con los baños secos que encontramos en los parques infantiles, parques que en mi oficio de niñera he podido verificar que están atestados de juguetes como carros, excavadoras, pelotas, baldes y palitas para uso común. Los baños allí no son solo una atracción más, sino muy necesarios teniendo en cuenta que no puedes hacer pis en la calle, ni siquiera si estás caminando por montaña. 

Y bueno, después conociendo un poco la ciudad confirmé que no solo se trataba de aquella huerta, y de los baños, sino que a pesar de tanta normativa, regulación y respeto a la ley, “la resistencia está por todas partes”, como en los conjuntos cercados de casas cada una con su respectiva huerta nutrida, o esta edificación señalada de “zona antifascista”:



(Y también vimos varios de estos letreros en distintas casas de la ciudad.)

Caminando un poco más, llegamos hasta el lago y exploramos sus alrededores. Ya desde el avión, nuestra amable compañera de silla nos había indicado que era lo primero por recorrer en Zürich, así que éste fue nuestro primer recorrido oficial de día libre en Zürich.



También nos topamos con  bloques enormes de edificios en forma de contenedores, un estilo de construcción que nos pareció muy frío y cuadriculado. Aunque también vimos edificios lindos como este:


A veces nos ocurrió que de regreso estábamos ya cansados y debíamos regresar en el tranvía, o en bus.



Luego hicimos también la visita obligada al jardín botánico, que tiene muchas plantas de diferentes partes del mundo, incluso con sus frutos comestibles como tomates, calabazas, quinoa o mandioca. En otoño estaba precioso.

Y de Zürich nos llevamos la costumbre de caminar a la montaña. ¡Gracias Zürich!









Por:

La ZüriCata














Comentarios

Entradas populares de este blog

Corea del sur: Seúl y Seongnam-si

Corea del sur: caminando descalzos